Ir al contenido principal

En tiempo de pestes

 

La Humanidad ha sobrevivido siempre a las pestes acaecidas a lo largo de su historia.

Ahora nos enfrentamos a una nueva peste, estamos en pandemia total.

La ciencia se cuestiona a sí misma casi cada semana y la población, confundida y a expensas, cierra los ojos y agacha la cabeza, sin comprender y, en ocasiones, sin querer saber.

Sin embargo, en tiempos de pestes es cuando más nos necesitamos a nosotros mismos, más necesaria se hace esa confianza en cada uno de nosotros para salir lo más airosos posible del envite dramático de esta pandemia global.

La verdad es que importa poco a estas alturas a quién o a qué debemos semejante masacre masiva, porque el daño hecho no se reparará con ese conocimiento de la autoría, aunque pueda servir para otros fines.

Ciertamente se me hace muy necesario en cualquier caso comprender qué hago yo con todo esto, cómo utilizo en adelante tanta enseñanza a la que me avoca esta peste, pero sobre todo me muestra que la humanidad ya estaba enferma antes de que este virus llegara, que la humanidad no ha hecho otra cosa que diezmar, aniquilar, maltratar y expoliar con absoluta iniquidad este planeta.

Me pregunto y me vuelvo a preguntar qué hago para aportar y no ser parte del problema, qué se me ocurre crear para que en mi medio metro cuadrado de acción inmediata consiga evitar el desastre que se avecina.

Ojalá tuviera la certeza de un planteamiento correcto, mientras tanto me asalta la necesidad de dejar de hacer muchas cosas inútiles, banales, superfluas y cuidar otras tantas que de puro simples, me pasan desapercibidas cada día y que, sin embargo, marcan la diferencia entre el cielo y la tierra, el paraíso y el infierno, la grandeza y la miseria.

Que cada uno de nosotros encuentre ese reducto en el que puede y debe actuar con una consciencia clara de hacerlo mejor, más amoroso y más presente, que cada uno se encuentre dentro de sí y desde ahí mire al mundo, este mismo mundo.

No somos inocentes de todo lo que ocurre, tenemos nuestra parte de responsabilidad y lo sabemos, ocultándonos hasta a nosotros mismos esto que sabemos de lejos y nos avergüenza porque no somos incapaces, sino temerarios en el trato y en el encuentro con el planeta y todos los demás seres vivos.

Abre mejor los ojos y vuelve a mirar, porque de la comprensión interior de tu parte, de mi parte, en el desastre, puede depender salir de esta peste y seguir avanzando. Otras vendrán, sí, pero la enseñanza ya habrá engendrado algo nuevo y mejor si trabajamos en ello.

No está asegurado, en pestes anteriores todo volvió a ser igual o peor al poco de superarse. Sin embargo, del desastre nace siempre una oportunidad, un paradigma nuevo, que quizá nos sirva de guía para alcanzar niveles nuevos de estar y ser.

Las pestes volverán una y otra vez hasta que, quizá, ya no encuentren a quien dañar, no porque no estemos, sino porque habremos aprendido y elevado por fin el nivel en el que las creamos.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Trabajo o traalto

Es un simple juego de palabras inventado con un profundo significado para mí. Se trata de la perspectiva desde la que realizo mi actividad profesional. Desde el trabajo o desde el traalto, es decir, desde la obligación, la necesidad y la imposición o desde el disfrute, la creatividad y el deleite. Desde una vibración baja o desde una vibración alta. Desde el conocimiento dirigido o desde los dones y el talento innatos. Haz lo que te gusta y no trabajarás nunca. Esto no quiere decir que no me esfuerce, que no sea perseverante o que no tenga implicación, justo todo lo contrario, si mi actividad deriva de los dones, no trabajo, sólo traalto y transmuto lo que hago porque el origen lo es todo y cambia radicalmente el enfoque y la energía que pongo en ello. Averigua cuáles son tus dones si no lo sabes todavía, dirígete a su realización, dejemos de verlos como aficiones o como sueños colocándolos dentro de nuestras vidas en el centro de nuestra actividad profesional o laboral. Dejemos

El estancamiento no existe, se trata de degradación

Sí, lo sabemos, no podemos no crecer. El estancamiento es ilusorio, es la manera de decir y autoconvencernos de que me "quedo como estaba" sin avanzar, pero no es posible. Todo se mueve, continuamente, todo el rato. Todo varía a cada instante, sólo la limitada percepción humana es capaz de determinar parada, quietud y estancamiento.  En un interminable imaginario. Sin embargo, todo a nuestro alrededor nos informa de que lo estático es puntual para dar paso indefectiblemente a la degradación.  Nada mejora por el no uso, por quedarse como antes, por no aceptar o no permitir el avance. Ciertamente a las personas nos ocurre exactamente eso mismo.  Cuando decidimos que ya está todo hecho, aprendido, conocido, experimentado, y nada queda por mejorar, comienza la degradación y el derrumbe. No nos supongamos como modelo terminado de nosotros mismos, no existe tal, y no estamos aquí para llegar a eso sino para ser infinitos y extraordinarios, y eso se consigue de manera continua y sos

A mi edad, no...

¿Qué quieres hacer? He oído muchas veces esta creencia que parece incapacitarnos para un sinfín de actividades o experiencias en nuestra vida a partir de una determinada edad, cada uno elige cuál para que le sirva de excusa. A mi edad, que paso del medio siglo, no entiendo por qué debo dejar de aprender de mil y una cosas que todavía me quedan por experimentar. No hace tanto comencé a bailar, no hace tanto cambié mi vida completamente saliendo de la zona de confort para entrar en la de pánico (así la llaman, pero debo decir que nunca me he divertido y disfrutado tanto como desde que estoy en ella), hace poco que aprendí..., hace poco que empecé... De eso se trata, según mi teoría, que seguramente no será nada mía, estamos en esta vida física para vivir una experiencia humana extraordinaria, única y genuina, y parece que se nos olvida en cuanto pisamos el suelo. Pues aquí va el reto, no dejes de experimentar, disfrutar, vivir el presente y ser feliz probando cosas nuevas como si