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La mejor opción no es resistir, sino comprender

Propongo un lugar distinto desde donde leer la cuestión de "resistir ante lo que ocurre".
Me explico, a estas alturas ya habremos oído alguna vez que lo que "resistimos, persiste", ¿es así?
Si es la primera vez, prestemos atención al dicho; si no lo es, imagino que sabemos su significado.
Si mi única estrategia de acercamiento a lo que sucede es simplemente aguantar, resistir, atrincherarme, es bastante probable que se perpetúe en el tiempo y, lo que es casi peor, que no me esté enterando de casi nada porque mi lectura superficial se quedará en lo externo, en lo que me viene dado, sin imaginarme siquiera que mi grado de actuación y responsabilidad en todo ello es mayor de lo que imagino, por ser suave.
Normalmente animo a ser creativos en la forma de pensar, a salir de lo colectivo, de lo obvio, de lo convencional.
También suelo insistir en que enfocarse en lo que NO queremos, supone "dar una energía extra a eso que NO deseamos".
Pues bien, aquí ocurre igual.
No sólo nos pasamos el día hablando de lo mismo, informándonos, comentando, etc., sino que además concluimos que resistir es la única opción posible.
Propongo otra: comprender lo que está sucediendo para llevármelo a mi vida y hacer algo con ello, no sólo para estos días, sino para siempre.
¡Esto sí que es plantear un gran reto!
¡Esto sí que es una gran oportunidad vital!
He leído estos días que "pronto volveremos a la normalidad, cuando el problema era precisamente esa normalidad", y estoy de acuerdo.
Desde mi modo de ver y más allá del duro golpe de la enfermedad, la pérdida sin paliativos de quienes no volverán, las tragedias, los dramas, el dolor, la tristeza, ..., hay un inmenso momento existencial para comprender qué hacer en adelante y no es precisamente volver a la normalidad anterior, a narcotizarnos o dormirnos más profundamente, a ahondar en nuestra inconsciencia.
Es superarla, trascenderla y sublimarla, es sacar algo mucho mejor de todo esto, es recuperar nuestro centro entendido como poder personal, es dejar de ser el pequeño humano que llevamos dentro y de creernos el personaje, es apostar por nuestra transformación, es recuperar nuestro poder interno, es dejar de ser objeto por mucho que tengamos, si no somos.
Y más allá de que me encantaría que esto fuera así, puedo tristemente suponer que esto se nos olvidará enseguida y haremos como si nada hubiera pasado porque desde el humano en nosotros es lo más fácil, lo otro, superar esa condición es lo difícil, pero en cualquier caso, te desafío, hagámoslo, dirijámonos y sostengamos esta gran oportunidad de comienzo, de corrección de rumbo y de proyección más elevada.
Si recuperar la normalidad es lo único que nos apremia, es probable que hayamos desperdiciado esta oportunidad y que el sueño se nos vuelva más profundo, denso y persistente que antes.
En cualquier caso, piénsalo, ahora tenemos tiempo.
¿Y si el bicho sólo fuera el mensajero?

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