La última frontera
Me apasiona este concepto. Con él me llega la idea de reto, de desafío último y absolutamente extremo por conquistar.
Todos tenemos esa última frontera a la que llegar, coronar, conquistar, lograr...
Está en nuestra naturaleza crecer y avanzar, y si acompañamos esta tendencia innata, podremos ser conscientes de nuestro camino y recorrerlo sin límites, sin miedo, e, incluso, a pesar de ellos.
Quizá lo de última sobre, porque siempre habrá fronteras a las que arribar, que trascender. Siempre habrá algo que aprender o conseguir. En realidad, da igual, lo importante es el sentido de dirección, de avance, de consecución.
Pararnos en algún momento del camino está bien para recuperarnos, para ajustarnos la mirada y continuar la aventura.
Detenernos sine die sería como abandonar la vida en plena carrera y privarnos del componente propósito.
La última frontera nos habla de trascender límites, de superar dificultades, de recorrer un kilómetro más, de seguir adelante por el desierto cuando todo parece perdido, sin resolución y sin sentido, pero creyendo en nosotros. Nos susurra la idea de que podemos avanzar aun cuando el horizonte se pierde sin respuesta, se nos encoge el corazón y queremos salir corriendo en dirección contraria.
Nos habla de inmensidad a solas con nosotros, nuestras fuerzas y nuestros recursos, a veces apenas reconocibles. Nos sugiere que una vez más, la tierra no es plana y no caeremos por el abismo de la arista, sino que encontraremos esa tierra fascinante, deseada y prometida que nos hizo salir un día del puerto de lo conocido y que avistaremos cuando casi demos todo por baldío.
¿Dejaste de creer en tu última frontera? Recupera el mapa y ve a conquistarla. Te está aguardando.
Todos tenemos esa última frontera a la que llegar, coronar, conquistar, lograr...
Está en nuestra naturaleza crecer y avanzar, y si acompañamos esta tendencia innata, podremos ser conscientes de nuestro camino y recorrerlo sin límites, sin miedo, e, incluso, a pesar de ellos.
Quizá lo de última sobre, porque siempre habrá fronteras a las que arribar, que trascender. Siempre habrá algo que aprender o conseguir. En realidad, da igual, lo importante es el sentido de dirección, de avance, de consecución.
Pararnos en algún momento del camino está bien para recuperarnos, para ajustarnos la mirada y continuar la aventura.
Detenernos sine die sería como abandonar la vida en plena carrera y privarnos del componente propósito.
La última frontera nos habla de trascender límites, de superar dificultades, de recorrer un kilómetro más, de seguir adelante por el desierto cuando todo parece perdido, sin resolución y sin sentido, pero creyendo en nosotros. Nos susurra la idea de que podemos avanzar aun cuando el horizonte se pierde sin respuesta, se nos encoge el corazón y queremos salir corriendo en dirección contraria.
Nos habla de inmensidad a solas con nosotros, nuestras fuerzas y nuestros recursos, a veces apenas reconocibles. Nos sugiere que una vez más, la tierra no es plana y no caeremos por el abismo de la arista, sino que encontraremos esa tierra fascinante, deseada y prometida que nos hizo salir un día del puerto de lo conocido y que avistaremos cuando casi demos todo por baldío.
¿Dejaste de creer en tu última frontera? Recupera el mapa y ve a conquistarla. Te está aguardando.
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