Ir al contenido principal

Sofisticadas formas de esclavitud

Me llama sobremanera la atención que hayamos admitido como sociedad y con naturalidad algunos comportamientos que las tecnologías favorecen.
Observo con esperanza porque detecta esto mismo y lo hace público, la campaña que aparece en televisión sobre el control que algunos adolescentes ejercen sobre sus parejas y que utilizan el móvil como gran aliado.
Conozco algunos ejemplos que me parecen tan espeluznantes como éste procedentes en este caso de padres que necesitan controlar a sus hijos.
Padres que conocen las claves de los perfiles de sus hijos y los espían entrando en sus redes sociales o con perfiles ficticios haciéndose pasar por amigos. Gente que controla los movimientos de otras personas con el peregrino dato de ver la hora de la última conexión al whatsapp o que rastrea dónde están los otros en cada momento a través del móvil, por citar sólo algunas formas de seguimiento que permite la tecnología hoy día a pie de calle.
Yo me pregunto, ¿para qué necesitas saber si esa persona se ha conectado a las 3 de la madrugada? Para saber si está vivo o viva, responde el encuestado.
Y vuelvo a preguntar: ¿y por qué no llamas a esa persona si te preocupa saber si vive?
Entonces nos quedamos sin respuesta, porque hemos entrado en una dinámica que favorece conductas controladoras compulsivas, que desde el anonimato permiten conocer cierta información de los otros, de sus vidas y costumbres, y mantener ese regustillo de poder sobre el otro porque ignora que está siendo observado, espiado o controlado.
Cuanto menos, me parece disfuncional y lo que se disfraza de cariño y desvelo se convierte manifiestamente en compulsión y posesión.
La lista se extiende entre parejas, entre amigos, familiares, colegas de profesión, famosos, desconocidos... Para mí son caras de la misma moneda: control, dependencia, poder, acoso.
Cuando me llaman 20 veces cada día, no me quieren un montón, simplemente, me acosan. No nos engañemos.
Nuevamente, pongamos consciencia en determinados comportamientos que se nos escapan de las manos con facilidad y además reciben aceptación y cobertura social porque se vuelven habituales.
En el título hablo de esclavitud y francamente lo creo, es una forma de esclavizar al otro conociendo detalles insospechados de su vida, pero también creo que el controlador se convierte en esclavo de sus propias conductas que se vuelven tóxicas y perjudiciales tanto para él como para su entorno.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Trabajo o traalto

Es un simple juego de palabras inventado con un profundo significado para mí. Se trata de la perspectiva desde la que realizo mi actividad profesional. Desde el trabajo o desde el traalto, es decir, desde la obligación, la necesidad y la imposición o desde el disfrute, la creatividad y el deleite. Desde una vibración baja o desde una vibración alta. Desde el conocimiento dirigido o desde los dones y el talento innatos. Haz lo que te gusta y no trabajarás nunca. Esto no quiere decir que no me esfuerce, que no sea perseverante o que no tenga implicación, justo todo lo contrario, si mi actividad deriva de los dones, no trabajo, sólo traalto y transmuto lo que hago porque el origen lo es todo y cambia radicalmente el enfoque y la energía que pongo en ello. Averigua cuáles son tus dones si no lo sabes todavía, dirígete a su realización, dejemos de verlos como aficiones o como sueños colocándolos dentro de nuestras vidas en el centro de nuestra actividad profesional o laboral. Dejemos

El estancamiento no existe, se trata de degradación

Sí, lo sabemos, no podemos no crecer. El estancamiento es ilusorio, es la manera de decir y autoconvencernos de que me "quedo como estaba" sin avanzar, pero no es posible. Todo se mueve, continuamente, todo el rato. Todo varía a cada instante, sólo la limitada percepción humana es capaz de determinar parada, quietud y estancamiento.  En un interminable imaginario. Sin embargo, todo a nuestro alrededor nos informa de que lo estático es puntual para dar paso indefectiblemente a la degradación.  Nada mejora por el no uso, por quedarse como antes, por no aceptar o no permitir el avance. Ciertamente a las personas nos ocurre exactamente eso mismo.  Cuando decidimos que ya está todo hecho, aprendido, conocido, experimentado, y nada queda por mejorar, comienza la degradación y el derrumbe. No nos supongamos como modelo terminado de nosotros mismos, no existe tal, y no estamos aquí para llegar a eso sino para ser infinitos y extraordinarios, y eso se consigue de manera continua y sos

A mi edad, no...

¿Qué quieres hacer? He oído muchas veces esta creencia que parece incapacitarnos para un sinfín de actividades o experiencias en nuestra vida a partir de una determinada edad, cada uno elige cuál para que le sirva de excusa. A mi edad, que paso del medio siglo, no entiendo por qué debo dejar de aprender de mil y una cosas que todavía me quedan por experimentar. No hace tanto comencé a bailar, no hace tanto cambié mi vida completamente saliendo de la zona de confort para entrar en la de pánico (así la llaman, pero debo decir que nunca me he divertido y disfrutado tanto como desde que estoy en ella), hace poco que aprendí..., hace poco que empecé... De eso se trata, según mi teoría, que seguramente no será nada mía, estamos en esta vida física para vivir una experiencia humana extraordinaria, única y genuina, y parece que se nos olvida en cuanto pisamos el suelo. Pues aquí va el reto, no dejes de experimentar, disfrutar, vivir el presente y ser feliz probando cosas nuevas como si